ESPECIAL de Marielly Lozano
¿Por qué las televisoras occidentales permiten que las caricaturas japonesas destinadas a un público juvenil las transmitan en horarios destinados a una audiencia infantil?
Se parte de la premisa de que la animación japonesa tanto impresa como animada tiene una influencia negativa en los niños que provoca que se comporten de manera violenta, se olviden de su responsabilidad de estudiar haciendo que sólo gasten su dinero consumiendo cómics y buscando caricaturas japonesas en la red.
Se han preguntado alguna vez ¿Qué están viendo sus hijos ahora mismo?, lo mismo sucede si eres tío/a, primo/a, hermano/a, etc., de un menor de edad o joven que está descubriendo su identidad.
Desde hace algunas décadas la animación japonesa se ha convertido en un fenómeno cultural, los encargados de esta ‘fiebre nipona’ siempre han sabido explotar su creatividad en el desarrollo de obras que cautiven al mundo.
Esta influencia la podemos ver en la televisión, la encontramos en los kioscos de periódicos y en las redes sociales. La hemos asimilado a tal grado que es casi imposible no toparnos con ella en nuestra vida cotidiana.
Me parece que siempre será interesante colocarnos en el contexto, en este caso, de explicar de qué se trata la animación japonesa (y conocer también de qué hablan los más jóvenes en casa), por lo cual, explicaremos que se divide en dos géneros:
El Manga: Se refiere a la historieta o al cómic, generalmente en Japón se publica en una revista mensual especializada, después, se determinará por estadísticas de ventas y aceptación por parte del público si el proyecto editorial tiene los suficientes elementos para darle luz verde y realizar una historia gráfica individual.
El Animé: Es la adaptación del manga que se hace para la televisión, esto se decide, como se explicaba anteriormente, cuando la historia es exitosa y puede ser más redituable al combinarse con el desarrollo de productos para venta y publicidad.
Uno de los sellos distintivos por excelencia en la animación japonesa es la decisión de dibujar ojos grandes y expresivos, piernas kilométricas y rostros bellos tanto para personajes femeninos como masculinos, facciones occidentales que les hagan olvidar de alguna manera su exacerbado nacionalismo.
Además de esta elección de fisonomía para sus personajes los japoneses tienen una expertise comprobable al momento de realizar sus proyectos gráficos donde la mayoría de ellos son minuciosas obras de arte.
Cada semana, por ejemplo, la primera revista del sector, la Shonen Jump, difunde nada menos que seis millones de ejemplares de más de 300 páginas. En Japón, el manga compite con la televisión, lo que constituye un fenómenos único en el mundo.
Sin embargo, surge la problemática de la transmisión de algunas caricaturas que no son adecuadas para la audiencia infantil. A menudo se suele tener una idea preconcebida de que estos productos de entretenimiento son violentos o con una deliberada carga sexual, no se puede aceptar o desmentir esto, simplemente que, como occidentales, se puede manejar una idea inadecuada sin conocer el mensaje y el arte gráfico.
Las causas de esta problemática pueden ser las siguientes: Partimos de una concepción y unos valores distintos en origen, donde, en Japón, el cómic o manga abarca todos los géneros literarios como la ciencia ficción, aventura, romance, erótica, deportes, fantasía, etc., y todos los rangos tanto sociales como de edad.
El problema surge cuando, utilizando la lógica occidental, se traspasa esta barrera y se ofrece algo que en inicio está pensado para un chico de veinte años y lo termina consumiendo un niño de nueve años. En la tierra nipona existen una gran cantidad de buenas historias para niños, sin embargo, pasan desapercibidas en occidente, donde los encargados de comprar los derechos de transmisión ni siquiera toman en cuenta estas series televisivas.
La polémica continúa, revistas especializadas en materia de psicología dicen: ¿Hasta qué punto es conveniente que los más pequeños se familiaricen con situaciones escabrosas?
La responsabilidad no recae exclusivamente en los creadores ni en los ejecutivos japoneses, ellos cuidan mucho de pulir sus historias en función al público al que van destinadas. Cada serie es objeto de estudios muy precisos, tanto para medir su potencial comercial como para determinar, precisamente, el público receptor.*
De tal manera que, para que se controle la audiencia a quien va dirigido el producto, es importante que la televisora en turno revise las obras que comprará, para poder introducirlas adecuadamente en el mercado, respetando así tanto los formatos de audiencia de Japón como el statu quo y el entorno en la sociedad occidental.
*Revista Muy interesante, Año XI, No.2. México
Tecnologías en Animación Japonesa
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