Las relaciones actuales que se dan entre jóvenes y las nuevas dinámicas de la relación de pareja rayan, en muchas ocasiones, en actitudes alarmantes que pueden convertirse en claras muestras de VIOLENCIA, en una etapa donde el conocimiento de la otra persona debe ser más un juego de niños que comienzan a descubrir el AMOR.
Se entiende por dinámicas de la relación de pareja a la interacción que en la actualidad las y los jóvenes establecen, ya sea como noviazgo, pareja, free o compañeros sexuales.
Noviazgo. Es la etapa para construir y desarrollar en forma gradual vínculos amorosos, eróticos y sexuales, compartir ideas, gustos y experimentar; se puede aplicar la regla de la mutua fidelidad. Es transitorio porque puede dar lugar a otro tipo de unión —civil, religiosa, consensuada— o simplemente desembocar en la ruptura (Olivares y Lencinas,S/F; Torres, 2005; Católicas por el Derecho a Decidir, 2002 et ál.).
Free. Vínculos eróticos y sexuales abiertos de común acuerdo, en donde no hay regla de fidelidad y cada parte reconoce que el otro/a es un “amigo/a con derechos”. Cada pareja de frees decide cuáles son o descubre por la vía de la experiencia el contenido de esos derechos que se reconocen mutuamente y abarca desde besar hasta tener relaciones sexuales (Castro, 2007).
Pareja. Forma de relación que implica un acuerdo legal o consensual entre dos personas para el intercambio erótico-afectivo, haya o no cohabitación; es sostenida por un fuerte vínculo sexual y amoroso.
Compañía sexual. Es una eventual relación erótica-sexual entre dos personas (Olivares, S/F; Welti, 2003).
Toda vez que se establezca la forma de interactuar con la pareja, las reglas son más claras. Desgraciadamente, lo anterior tampoco es garantía de respeto; la carga emocional que los jóvenes de secundaria o preparatoria tienen se ve reflejada en sus nacientes relaciones “AMOROSAS”. Se dice que lo que vives, haces y ciertamente los chicos comienzan a establecer relaciones con actitudes aprendidas que observan en casa.
El acompañamiento de los padres, la familia, los amigos y los maestros es fundamental para ayudar a estas nuevas parejas a configurar relaciones más sanas cimentadas en el AMOR, el respeto y la verdad.
Porque si a las dudas le sumamos, temores, un desorden hormonal y cambios psicológicos y físicos, además de una pandemia mundial, pues el cocktail es como una bomba de tiempo que puede estallar en VIOLENCIA.
El AMOR, no duele y se siente bien. Los y las jóvenes también son muy hábiles para darse cuenta de lo que no está bien y no es consensuado.
Los golpes, empujones y pellizcos “de juego”, no se deben tolerar.
Los gritos, burlas, micromachismos del tipo: “corres como una niña”, no se pueden permitir.
Las prohibiciones y celos, no son AMOR. Eso es control y habla de inseguridades muy profundas.
Si DUELE, si el corazón se apachurra pues ahí no es.
El AMOR propio debe ser más FUERTE, y está en primer lugar.
Las y los jóvenes son muy inteligentes, creativos, lúcidos y ahora pueden ser asesorados con tan solo dar un click.
Dopamina, serotonina, oxitocina, feniletilamina… Ellas son las culpables de que nos suden las manos, sintamos mariposas en el estómago y se nos acelere el corazón cuando estamos con la persona amada. Todo responde a reacciones químicas, según nos explica Leonardo Palacios, estudioso de la neurobiología del amor.
Además de sostener una leve sonrisita durante todo el día, eso sí puede ser AMOR pero jamás DOLOR, CONTROL o DESESPERANZA.
Es momento de dar paso a relaciones establecidas en la solidaridad, la confianza y el cariño.
Como lo dijo, uno de mis autores favoritos, Antoine de Saint Exupery: “Brindemos porque el amor es lo único que crece cuando se reparte”.