Como lo dijo, Simone de Beauvoir: “Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia”.

La sororidad es esa solidaridad y hermandad entre mujeres ante situaciones de discriminación, violencia y machismo. Sin embargo, también debe ser un pacto no escrito entre todas; respetarnos y valorarnos entre sí debería ser un acto tácito puesto que nuestras tareas, peleas y retos nos deberían unir.

Sororidad

Desde la trinchera de cada una, se vislumbra una lucha diaria que en principio debe ser reconocida entre personas del mismo género.

La mamá que se levanta muy temprano a abrir un local en el mercado; la joven que despierta con la fe puesta en la universidad, para cambiar sino al mundo sí su vida y sus oportunidades; las miles de enfermeras, dedicadas al cuidado de la salud, que a veces no duermen durante más de 24 horas seguidas; las mujeres indígenas; las que buscan un puesto en la política para intentar sumar su granito de arena,  o las niñas que buscan un lugar en su salón para poder dar su punto de vista, para hablar de sus sueños, todas somos dignas de admiración.

La sororidad debe convertirse en una alianza entre nosotras, y así luchar por la igualdad. Apoyarnos y reconocer el esfuerzo diario de las demás para sobresalir, en un mundo donde en muchos ámbitos aún se minimiza nuestro empoderamiento, debe ser un compromiso que involucre acciones encaminadas a la superación de todas.

Comencemos con pequeños cambios de actitud, a veces hasta el silencio es la clave. Si no tienes nada bueno que decir de otra mujer, si no aporta algo y no es constructivo NO LO DIGAS.

Puedes regalar una sonrisa, un ¡buenos días!, una frase de apoyo con tus compañeras de viaje, trabajo o vecinas. Puedes conformar entre tus amigas y conocidas una red de apoyo; crear chats de conversaciones con personas cercanas y crear una alianza que propicie la confianza y el reconocimiento recíproco. Un espacio para compartir dudas, sueños, emociones o simplemente cubrir la necesidad de expresar las experiencias diarias.

Probablemente no existe la cultura de la solidaridad entre NOSOTRAS, se han conformado pautas de COMPETENCIA y hasta RIVALIDAD, que lógicamente se han convertido en barreras que impiden los lazos de complicidad y empatía.

Es momento de comenzar a practicar la SORORIDAD; Marcela Lagarde defiende que tiene tres dimensiones:

Dimensión ética: Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas, saber escuchar a otras mujeres, complicidad, empatía, prestar ayuda, colaborar con la solución de sus problemas.

Dimensión política: la alianza existencial se traduce en movimiento político de liberación feminista de eliminación social de todas las formas de opresión en busca de la igualdad y la equidad.

Dimensión práctica: apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer.

La práctica lleva al maestro, aquí algunos tips para comenzar.

– Haz comentarios constructivos hacia otras mujeres.

– Cuidémonos entre todas.

– Haz cumplidos sinceros.

– Promueve el amor propio.

– Apoya los proyectos de otras mujeres.

– No normalices comentarios denigrantes.

– No justifiquemos el acoso ni la violencia.

– Respetemos y no juzguemos las decisiones de otras.

¡Normalicemos el apoyo mutuo entre mujeres!

Aliadas somos más y mejores.

Como lo dijo, Simone de Beauvoir: “Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia”.